
Cuando el cuerpo habla y la conciencia escucha
Durante más de 15 años ejercí como enfermera en hospitales. Pasé por servicios tan exigentes como urgencias, medicina interna, oncología, psiquiatría, hematología y la unidad del dolor.
A lo largo de este recorrido, atendí a miles de personas, escuché cientos de historias, y acompañé procesos de vida y muerte en primera línea. Sin embargo, mi mayor aprendizaje llegó cuando fui yo quien tuvo que detenerse… y escuchar.
En 2018, mi salud se vio profundamente alterada. Me diagnosticaron una enfermedad autoinmune que cambió el rumbo de mi vida.
Lo que comenzó como un colapso físico se transformó en un viaje interior de transformación y sanación.
Comencé a preguntarme:
¿Cómo un estrés sostenido podía desencadenar una enfermedad crónica?
¿De qué modo mi cuerpo estaba expresando lo que mi mente aún no comprendía?
Estas preguntas me llevaron a profundizar en un enfoque de salud más integrador. Ya no podía mirar al ser humano como una suma de partes, ni separar el cuerpo de las emociones, la historia personal o el sentido de vida.
Así encontré la Psiconeuroinmunoendocrinología (PNEI), una disciplina científica que explica cómo las experiencias de vida afectan directamente a nuestros sistemas nervioso, inmunológico, hormonal y emocional.
La enfermedad dejó de ser un enemigo y se convirtió en una maestra.
Cuando el trauma se hace visible

Con la llegada de la pandemia, muchas de las heridas invisibles del sistema sanitario se hicieron evidentes.
Lo que al principio parecía ansiedad o burnout, pronto se convirtió en algo más profundo: un diagnóstico de Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) me obligó a enfrentarme a mis propios umbrales.
todo lo vivido en años de urgencias, muertes, despedidas silenciosas y el dolor acumulado en el cuerpo y la psique.
No fue fácil. Pero esta vez decidí elegir transformarme.
Del cuerpo clínico al alma consciente

Así llegué a la Terapia Transpersonal, un camino que me ha permitido unir ciencia, espiritualidad y conciencia.
Me formé en técnicas corporales, trabajo emocional, regulación del sistema nervioso y estados ampliados de conciencia.
Aprendí que el dolor no solo se trata, se escucha.
Que no todo lo que duele se ve en una analítica, pero todo lo no reconocido se acaba expresando en el cuerpo.
Descubrí que la salud verdadera es mucho más que no tener síntomas: es estar en coherencia con lo que somos.
Es sentirnos en paz con nuestro cuerpo, nuestra historia y nuestra esencia.
Hoy acompaño a otras personas que, como yo, están atravesando una crisis, una enfermedad o un despertar profundo.
Lo hago desde un enfoque que honra todas las dimensiones del ser humano: la física, la emocional, la mental, la biográfica y la espiritual.
Porque a veces, la vida no se rompe: se abre.
Y lo que parece el final… es en realidad el comienzo de tu verdadero camino.